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“LA TOMA DEL CHOCO”

 

LIBERACIÓN

  “LA TOMA DEL CHOCO

Por: Jorge Tadeo Lozano

18-07-09

 

Nunca había sentido tanta rabia y tristeza como cuando el Presidente de la República notificó a los chocoanos en el Consejo Comunitario del pasado 26 de junio que acababa de autorizar la intervención de la ESE-SALUD del Chocó por la incapacidad de sus administradores y las irregularidades que  habían encontrado sus agentes; y que además vendrían otras injerencias del mismo tipo si los análisis del gobierno central conducían a las mismas conclusiones en otros sectores de la administración, como en efecto lo hizo con la educación a los pocos días. Prácticamente el Gobernador quedó notificado de que él no gobernaba y menos gobernaría de ahí en adelante, que era una simple marioneta del Presidente Uribe Vélez; y que así como se había entrometido  ya en más del 50% de su administración, lo haría en el resto de la misma, por encima de las normas constitucionales sobre autonomía de los departamentos, si encontraba lo que él llamó los actos y hechos irregulares que había encontrado en los casos anteriores.  

 

Ya  no se trata de una simple intervención de la Nación, este es el disfraz, estamos frente a un verdadero apoderamiento  del departamento por la Nación, desde todos los flancos: el institucional y jurídico, el económico y el político. Ahora nos anuncian que la Contraloría General de la República seguirá el mismo sendero de la Nación y por primera vez en su historia intervendrá la Contraloría Departamental.

 

Lo grave de todo esto es que se trata de una entrega a través del inconsciente moral de unos funcionarios seccionales que por sus pésimas y desastrosas ejecutorias y el ánimo avieso de una casta de mantener el insostenible modelo político y gubernamental prevaleciente en el Chocó desde hace aproximadamente una década, han entregado en bandeja de plata la dignidad del departamento. Y por la conducta siniestra y maligna de unas minorías corruptas  que pretenden abordar ya no solo las arcas oficiales sino la buena fe de las personas atracando su propiedad privada por medios inescrupulosos. El departamento está enfrentado a un verdadero caos, a un estado de cosas administrativo, judicial, legislativo y político anárquico  e incierto, que se me parece mucho a lo que según el Génesis encontró Dios antes de la ordenación del cosmos. La confusión y desorden es de tal magnitud que vamos a necesitar de verdad la invocación y ayuda Divina para retomar los caminos de la rectitud y el orden.

 

Institucionalmente el Chocó tiende a desaparecer: Ya el Gobernador no tiene oficio serio que hacer, fuera de pagar unos sueldos a sus amigotes, porque  carece de dinero   para emprender obra alguna, ni siquiera los recursos de transferencia  llegan como antes por la desconfianza de algunos sectores del nivel central de gobierno y los pocos que llegan son sometidos a rigurosos controles directos y auditorías que han conducido a intervenciones presenciales de funcionarios de organismos nacionales que a su vez con sus informes han abierto el camino  a lo que hoy no podemos disimular: la toma institucional del Chocó, porque los servicios esenciales que ordinariamente deberían prestarse por unidades administrativas del departamento, hoy lo son por funcionarios de órganos nacionales. Los últimos entregados a la Nación por mala administración local fueron los de salud y educación. Qué tristeza nos da todo esto, agregada a la vergüenza que sentimos cuando en el Consejo Comunitario de Uribe Vélez en Quibdó el pasado 26 de Julio no solo reiteró       que seguiría interviniéndonos sino que lo haría en forma consensuada con las autoridades locales y con gente chocoana. O sea, que a más de la humillación de imponernos la intervención, que de por sí representa ignominia y abyección, nos exige el deshonor de tener que convenir la manera como nos va a oprimir y sojuzgar y para rematar la vileza, nos exige que le suministremos los agentes que ejecutaran el ultraje y los voceros que protagonizaran la infamia. Ver ese espectáculo desde lejos y apreciar la forma sumisa como todos los allí presentes aceptaron las instrucciones del “patrón”, además de enardecerme sobre manera, me hizo volar  la imaginación a épocas muy pretéritas de la historia universal en las que el “amo” solía reunir a los “siervos de la gleba”, que en la edad media eran esclavos adscritos a una finca o heredad y eran vendidos o transferidos como ganado con ella, para notificarlos de su miserable condición. Esto, sinceramente, me preocupó, porque  esperé que algunos de los allí presentes tuvieran el valor de exigir respeto por el derecho colectivo de  los chocoanos de auto-gobernarse y administrar su territorio.

 

Es obvio que como en todos los departamentos, haya en el Chocó corrupción y en algunos sectores marcadas deficiencias administrativas, que es necesario castigar drásticamente y erradicar definitivamente; la única solución no es la intervención de la nación, a no ser que detrás de esta caprichosa acción, existan intereses velados e inconfesables. Hay otras alternativas que se han aplicado con éxito en otros departamentos, pero que desafortunadamente no han funcionado en el Chocó con la debida eficiencia y celeridad. La acción de los organismos de control y de la justica en el interior de nuestro departamento no ha tenido siquiera los estándares nacionales de eficacia, apremio, imparcialidad e independencia. Si hubiesen funcionado como lo prevé la ley, muchos correctivos se habrían ya impuesto a la deshonestidad pública y privada con reducción significativa de los índices de corrupción. Si la capacitación, orientación y programas universitarios de la Escuela Superior de Administración Pública se hubiesen implementado con intensidad en el Chocó, estamos absolutamente seguros que el rendimiento y pulcritud de muchos funcionarios públicos habría mejorado significativamente.

 

La única respuesta  de la autoridad chocoana ante la intervención ha sido hasta ahora un mediocre recurso de reposición contra la decisión de una funcionaria menor del Ministerio de Hacienda que se atrevió a tocar el tema de los controvertidos,  sospechosos y millonarios  “embargos del magisterio” como pretexto para entrometerse en el manejo local de la educación, hasta ese momento monopolio de la familia de gobierno, tanto desde los órganos de decisión gubernamentales como desde los bufetes de abogados con monopolio sobre los susodichos embargos. ¿Cuál ha debido ser la respuesta de un Gobernador no comprometido en las irregularidades detectadas desde cuando se enteró de las intenciones intervencionistas del gobierno nacional?  Lógicamente solicitar a la Procuraduría General y a la Contraloría Nacional investigación sobre los hechos anómalos detectados en esta y en anteriores administraciones, que pudiesen estar incidiendo en la suya.

 

Sin embargo, ni siquiera bajo estas circunstancias es correcta la intervención de órganos de la Nación para administrar lo que por mandato constitucional solo puede conducir y disponer  la autoridad departamental, así existiesen leyes que autorizasen tamaño despropósito. ¿Qué ha debido hacer el Gobernador en este caso? En defensa del orden institucional y constitucional, oponerse materialmente a la misma al momento de la injerencia, invocando  el ordenamiento jurídico superior  y en caso de la insistencia policiva, levantar un Acta dejando constancia de la usurpación, poniendo enseguida las correspondientes denuncias disciplinarias y penales en averiguación.

 

Ahora ¿que es lo que el gobierno nacional ha debido hacer en lugar de suplantar funciones legales y a funcionarios departamentales en el legítimo ejercicio de sus cargos? Pues en uso de su competencia constitucional de vigilancia administrativa sobre la ejecución de los recursos del orden nacional –no de administrarlos, que es atribución también constitucional exclusiva de los órganos locales una vez transferidos- y dada la  magnitud de las irregularidades advertidas, provocar una acción conjunta con los órganos de control disciplinario, fiscal y judicial –esa si masiva- para sancionar y excluir del servicio a los responsables, con lo cual se habría propiciado y permitido el funcionamiento normal del “estado de derecho” y de la democracia; y no su malintencionada trasgresión como hasta ahora opinamos que ha ocurrido.      

 

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